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Das Michín Review
 
lunes, octubre 31, 2005  

Paradoja


Es sorprendente el poco tiempo que pasa hoy, aquí. Me incomoda pensar en el futuro y sentir que poco a poco el tiempo se vuelve más corto; no más despacio ni más rápido, sino más corto, más pequeño, menos en general. Sin las pocas herramientas que tengo para medirlo, presiento que sea posible que algún día desaparezca del todo si no llevo una cuenta exacta de cuánto mide, de cuánto, pesa, de cuánta agua desplaza al sumergirlo en un contenedor lleno. Es casi como si cada vez que dejo de fijarlo claramente en una tabla se las arregle para hacerse más pequeño, y entonces "mañana" está aqui antes y dura menos, y el futuro muestra una patica en la esquina, no tan tímido como hace unos 10 años.

Con su empequeñecimiento pierde mucho de su significado, deja de ser un referente obligatorio para todo y se convierte, simplemente, en el nombre de algo que ya no es de ninguna manera crucial. Creo que, a medida que se acerca la muerte, el tiempo deja de ser relevante. Poco o nada. Las páginas se atraviezan más rápido y más pronto olvido lo que leí, menos duermo y menos me demoro llegando a la universidad. Tendría que llevar una cuenta exacta, hacerle saber que estoy sobre él todo el tiempo. Tendría que escribir en mi espacio solitario todos los déas, todas las horas, una-palabra-por-segundo. Y sin embargo me doy la vuelta y ya ha pasado un mes.

Es triste pensar que tendría que estar más triste para escribir más, para alargar de nuevo el tiempo que tanto me gustaba. 10:48, me voy a dormir.

Permalink 10:48 p. m.



miércoles, octubre 26, 2005
 

Lluvia



Para Javier

Permalink 10:49 p. m.



jueves, septiembre 29, 2005
 

Tears



R. Gardiner

Permalink 9:38 p. m.



miércoles, agosto 03, 2005
 

Una polilla pequeñita más


Una polilla pequeñita yace muerta en el piso. Fui el único testigo de sus últimos movimientos, una pocas convulsiones que parecían esfuerzos sin mucho sentido por alzar el vuelo una vez más. Estoy seguro de que algo pasaba por su cabeza. Jamás se cuestinó el sentido de la existencia, jamás sintió algo parecido al miedo por lo que pudiera venir después, como un tallo que crece y luego chau. Pero algo había.

Se pierden la polillas, las que viven en la universidad, al menos, de cosas maravillosas, ineludibles. Yo creo que no vale la pena ser polilla y revolcarse antes de morir, creyendo, o fingiendo creer, que lucha aún por vivir, que no se va a ir de aquí sin pelear hasta el último segundo. Acabo de mirar y sigue muerta, todavía. Si llegara a moverse, sin embargo, tendría que escribir un post aclaratorio, explicando cómo sí vale la pena ser polilla y luchar y morir. Vamos a ver qué pasa.

Permalink 7:41 p. m.



martes, julio 26, 2005
 

Se convirtió en la noche


El destino te hizo tallo
como tallo creces y luego chau
el destino te hizo lágrima
como lágrima debes rodar

El concierto de la tarde
se refleja en edificios mudos
contra el cielo que se esconde
en el ocaso, como un animal

Cruza las hebras del aire
y corta la luna en diamante
es un ave oscura y enorme
se convirtió, en la noche...


Luis Alberto Spinetta
Se convirtió en la noche

Permalink 11:03 a. m.



 
Estoy desubicado, un poco. Quse sentarme e hilar algunas frases con sentido para expresar algunas de las cosas que siento y pienso, pero no resultó mucho, o no por ahora. No sé ya muy bien lo que quiero decir. En realidad, nunca lo he sabido, pero esperaba que, como en otras ocasiones, al sentarme fluyeran algunas cosas locas que aclararan un poco todo y que, en algún momento, se conviertieran en lo que quiero decir. Las palabras no fluyen mucho por ahora y no soy capaz de escribir tanto como quisiera, apenas puedo ver algunas figuras como se verían por encima y debajo de las gafas, como ese pedazo de mundo que no está mediado por un vidrio o un marco negro.

Es un poquito de euforia triste, como la última canción del concierto que está por terminar. Ludmila. La sensación creciente de estar llegando hasta lo más alto con los brazos y las piernas temblorosas, de miedo y de cansancio. El último acorde, el último gracias...

Permalink 10:55 a. m.



lunes, julio 18, 2005
 
Juro por lo que se me presente que lo vi y lo escuch� correr hacia arriba, al �ltimo piso. Vi una gabardina larga, azul, moverse r�pidamente, y escuch� el sonido de la tela contra la tela, y un par de pasos d�biles sobre la alfombra de las escaleras. Parec�an tenis sus sonidos, o zapatos de goma. Sonaban blancos o claros. En lo primero que pens� fue el computador y me asust�. Imagino que muchas cosas de mi vida est�n atadas a este aparato, aunque ninguna de ellas, tras una inspecci�n detallada, parece irremplazable. M�sica que puedo volver a bajar, enlaces que puedo volver a encontrar, cuentos y cartas que podr�a volver a escribir si quisiera, para luego volver a botar, fotos que quisiera, de todas formas, recolectar de nuevo, poco a poco... En fin, si mi vida estuviera tan atada a esto estar�a a un par de semanas de reconstruirla totalmente, y eso me parece, por decir lo menos, muy triste. A veces quisiera que el computador desapareciera para comprobarme que no soy s�lo esto...

Sub� corriendo, mi miedo se transform� con cada escal�n que avanzaba. Tal vez revis� parte de la lista mentalmente mientras sub�a a toda velocidad, y me despreocup�. La intriga, sin embargo, segu�a ah�. Acepto que en alg�n momento pens� en detenerme y olvidarlo todo, pero hubiera querido ver al asesino que corr�a por mi casa (S�lo los asesinos, o los asesinos de asesinos, usan gabardinas). Intriga. Arriba no hab�a nadie. Es imposible haya salido por alguna ventana, pues no hay, o por la puerta de la terraza, que est� clausurada por un reciente accidente. El singular letrerito que se interpone entre el saliente y el mundo segu�a intacto. "No abrir" (�Qu� significa esto?: �No se le ocurrra abrir esta puerta! o Tenga usted la amabilidad de no abrir la puerta o Abra bajo su propio riesgo o Abra y ver� lo que sucede o Es absolutamente imposible abrir esta puerta o Es deseable no abrir esta puerta o Le sugiero no abrir esta puerta, pero no le informo de las razones para ello (misterio) o No hay ninguna circunstancia en la cual sea aconsejable abrir esta puerta (cualquier beneficio que pueda traerle ser� inferior al perjucio que conllevar�a) o Simplemente no nos gustan las puertas abiertas o No abra esta puerta sin un permiso especial o �Est� seguro de que realmente quiere salir (det�ngase y piense) o No abra esta puerta, mejor t�rela o...) Defintivamente no hab�a salido, ya sea por imposibilidad o por ambig�edad, pero no estaba tampoco all�. Entr� (lo juro) pero no sali� (lo juro).

El miedo regres� intacto. Me volv� varias veces para mirar si alguien me acechaba, busqu� bajo el sof� y debajo de la mesa, entre los estantes y detras de ellos. No hab�a ni rastro del visitante, de su gabardina o sus zapatos. Asustado, genuinamente asustado, me sent� a escribir esto. Sobre la pantalla, casi como si fuera el reflejo de una de las postales pegadas a la pared detr�s de mi silla, alguien hab�a dibujado con un marcador seco una figura extra�a, la silueta de una especie de �rbol sin ramas que se estiraba hacia arriba para convertirse en algo m�s, algo que no pude reconocer. Mir� hacia todos lados y no vi ni o� a nadie. Hace mucho no me sent�a tan solo.

Permalink 2:42 p. m.



viernes, julio 08, 2005
 

...


Esta ma�ana so�� que pon�a una bomba en la terrza de un edificio y la ve�a explotar desde lejos, muchas veces. Es probablemente una de las sensaciones m�s terribles que he tenido, no s�lo por el hecho mismo, sino por la forma absurda en la que sucedi�. No ten�a ni idea de por qu� o contra qui�n lo hab�a hecho. Simplemente sub� a un edificio cualquiera de una ciudad cualquiera, que podr�a ser y no ser Bogot�, saqu� de una maleta una sustancia extra�a que pegu� a un vidrio por pedacitos, junto a una caja peque�a con una especie de interruptor, y me fui sin que me vieran. No estaba solo, las personas cambiaban seg�n el lugar y el momento, y el desenlace de la fuga. Durante la explosi�n, sin embargo, estaba completamente solo, rodeado de millones de personas caminando por una calle del centro de la ciudad, con edificios enormes y sol en las ventanas. Escuch� primero un sonido seco, supongo que una explosi�n no sonar�a as�, y luego, (s�lo despu�s) levant� la cabeza, busqu� a lo lejos el humo. Fueron 5 o 6 explosiones, a tal punto que me asombr� de haber sido capaz de iniciar algo tan tan grande a partir de tan poco, inconcientemente, llevado por una intenci�n desconocida que, sin embargo, me mor�a por encontrar a medida que pasaba el tiempo, el ruido y la gente desesperada a mi alrededor. Quisiera decir que fue el acto mismo el que me llev� a la desesperaci�n, pero me temo que fue m�s bien la falta de una causa, al menos expl�cita, para ello.

Sab�a que jam�s me descubrir�an y que las �nicas personas que sab�an de mi autor�a hab�an estado a mi lado, ayud�ndome a conectar y esconder todo. A�n as�, no recuerdo haber sentido algo tan terrible jam�s. Debo haberlo sentido, sin embargo, para haber podido recordarlo en el sue�o, pues m�s que una invenci�n m�a, me parec�a alguna pel�cula que hubiera visto hace mucho tiempo, ya un poco borrosa y descuidada, pero con esa sensaci�n intacta que dejan los libros y las pel�culas que me gustan, el remolino enorme que se chupa todo hacia abajo, al fondo fondo fondo, a lo profundo.

�Qu� puede sentir un (otro) asesino? �Qu� puede pasar por la cabeza de aqu�l que deja una bomba en el metro? No me refiero al suicida, cuya recompensa gana ya antes de morir. Me refiero al que sobrevive a sus actos, al que poco m�s que cualquier otro sigue su camino, baja del vag�n y camina por los pasillos, sube y baja escaleras, sigue se�ales que tal vez ni entienda, perdido donde quiera que se encontrara, perdido.

Permalink 11:20 a. m.



lunes, junio 13, 2005
 
Bueno, est� bien. Mi vida es m�s f�cil, m�s sencilla, m�s feliz, seguramente porque me emocionan hasta las l�grimas el 99% de las pel�culas que veo y el 99,57% de los libros que leo, porque soy hincha de la mechita y porque Luc�a me quiere. Adem�s, como dice Javier, me gusta mirar la lluvia desde la ventana y en bogot� llueve bastante (�se imagina si viviera en Lima?). El fr�o, bueno, ya es otra cosa. Y el calor tambi�n. Y a veces me acuerdo de mi gato y me da tristeza, y lo veo mir�ndome con odio en sus ojos grandotes, decepcionado, luchando por lo que el cre�a que era su vida, pero que en verdad no le pertenece, ni siquiera ahora, como no me pertenece a m� mi vida tampoco, untada de tantas cosas que no se quitan, de escenas, de melod�as, de nada. Mi gato se fue, se reir�an de su nombre, o se molestar�an como Luc�a, o se decepcionar�an o se alegrar�an. No lo s�. Ya no lo s�

Permalink 12:51 p. m.



viernes, junio 03, 2005
 

Imagen


Quisiera pintar una imagen. Un lago grande, muy ancho, en el que apenas pudiera intuirse la otra orilla por algunos pocos �rboles. Ning�n reflejo, una l�mina de niebla que no me permitiera verme, que no me obligara a verme. Ni siquiera la posibilidad de entrar en el agua y sentir el fr�o. Un abismo, mejor. Como siempre. La isla infinta de la que quer�a escribir alguna vez, pensando en algo m�s escrito por alguien m�s. La vida se le cae a uno a pedacitos, como peque�os terrones que se dejan caer al abismo por el peso insoportable de mis zapatos rojos que quisieran tambi�n irse con ellos. Pero ya no puedo entrar al abismo, ni sentir el fr�o, ni sumergirme en �l. La vida en el vac�o es, entonces, s�lo una ilusi�n, uno de los pocos sue�os que tuve anoche, incre�bles, ignorantes.

Me ve y me siente pat�tico, mirando hacia abajo, abatido, en vez de levantar la cabeza. Otros pueden sentir m�s mi fracaso como si fuera de ellos, y el mundo se les hace m�s comprensible: yo, aqu�, el lago-abismo que no tiene siquiera sonido, terriblemente parecido a un cuadro de Bob Ross que ya no quiero pintar, pat�tico, simple, totalmente vaciado de belleza. Mi imagen se deshace poco a poco sin haber existido nunca, como el sue�o que apenas se descuelga del techo para caer sobre m� mientras alguien me despierta gritando. No, no fue gol. La pr�xima vez. La pr�xima vez, tal vez, habr�a podido escribir algo; hoy no quiero, no puedo.

Permalink 12:16 a. m.



miércoles, mayo 25, 2005
 

Inconciencia


Bello es, apenas, lo que no hemos entendido que hiere, la sombra alargada hasta el infinito de un pu�al, la lluvia delicada desde un lado del vidrio y congelada desde el otro. Bello es, apenas, el recuerdo de alguna noche, vago, casi vac�o, borroso y fr�gil, siempre siempre inconciente. Abro los ojos y siento lo terrible. Callo, espero, y nada cambia, nunca m�s.

Permalink 1:11 p. m.



jueves, mayo 19, 2005
 

F�tbol


Ayer me qued� dormido viendo f�tbol. Me despert� con un grito del narrador por un bal�n que se estrell� en el palo derecho y me dio mucho miedo, no s� por qu�. El partido era de esos que las mam�s y los hermanos amargados catalogan como "sin importancia". Para m�, en cambio, jug� un papel crucial. Tras el remate en el poste (unos segundos antes del final) me despert�, cambi� de canal y me encontr� con otro, tambi�n sin importancia, que apenas estaba comenzando y que vi completo.

Permalink 11:11 a. m.



domingo, mayo 15, 2005
 
Es probable que, con el tiempo, los escalones que se ve�an tan consistentes vayan cediendo poco a poco, llen�ndose de grietas a cada paso del gigante que sube por ellas una vez al d�a y baja por ellas una vez al d�a. Cuando se derrumben, sin embargo, no existir� nadie m�s que pueda mirarlas. De hecho, el gigante estar� ya ciego, seguramente, y tan viejo que ni siquiera sentir� la ca�da. Camina como muerto desde hace a�os, tarareando casi imperceptiblemente la �nica canci�n que recuerda, la que le cantaba su madre gigante cuando lo mec�a en su cuna gigante, all� por la �poca en al que no era delito ser gigante y todos viv�amos m�s felices.

Permalink 9:54 p. m.



miércoles, abril 27, 2005
 
Andrea se sienta a veces a mi lado en clase de alem�n. S� realmente muy poco sobre ella, entre otras cosas, que a pesar de estudiar literatura parece negarse a utilizar para leer unas gafas que claramente necesita. La veo escribir con tintas de colores muy vivos, con grandes espacios entre letras y palabras; conmovido, alegre realmente, la veo acercarse mucho al papel cuando lee con una mueca un poco c�mica. Me pregunto por qu� no acerca el libro a los ojos en vez de bajar tanto la cabeza sobre la mesa. Tengo la impresi�n de que se apena un poco de su miop�a y tal vez por eso no lleva nunca gafas. A veces se queda mirando al tablero, desde muy lejos, imaginando seguramente mucho de lo que (no) ve y luego escribe tambi�n con letras grandes algo que ella misma ha creado, un nuevo idioma con ortograf�a y sintaxis extraterrestres.

Me gusta esa idea, cerrar un poco los ojos e imaginar qu� sucede, escribir sobre ello. Comprar un cuaderno grande, estudiar y escribir literatura que yo mismo imagino. Me cae bien Andrea, creo. No s� si la vuelva a ver.

Permalink 10:47 p. m.



jueves, abril 21, 2005
 

La tiran�a del (posible) lector


Siguiendo la tradici�n (bah, copi�ndome vilmente de un se�or o se�ora, Omegar, Javier y no s� qui�n m�s) he decidido someterme a la tiran�a del (posible) lector, no s� bien por qu� raz�n. Me comprometo muy formalmente a escribir alguna cosa sobre los 5 primeros temas que sean propuestos por cualquiera aqu� abajito (donde dice "Comentarios").

Vamos a ver c�mo sale la cosa. Supongo que depende de ustedes que resulte interesante.

Permalink 5:14 p. m.



lunes, abril 18, 2005
 

Fr�o


Hace mucho fr�o. Estar perdido en un bosque de niebla debe ser una sensaci�n parecida a la de caminar sobre las nubes, salvo por la luz, que tan poco bien nos hace. El fr�o se parece, se cuela por los diminutos poros de la ropa con una sensaci�n h�meda, como una delgada capa de hielo que fuera aplicada sobre la piel con una delicada brocha, simplemente para difuminarla de forma homog�nea. Este fr�o, y el temor que viene con �l, resultan a veces m�s devastadores que el resto de cosas terribles del mundo, que, sin embargo, parecen acrecentarse con su presencia. Poco a poco me quedo entumecido, inm�vil frente a cualquiere est�mulo del mundo. Poco a poco se petrifica este �nico gesto que puede hacer mi cara, una mueca horrible que no lo parece por lo tenue de las facciones. Una mueca que podr�a permanecer desapercibida, incluso para m�.

Dolor. Como un tumor que expande sus tent�culos poco a poco, que renace en alguna parte distinta del cuerpo y reproduce su miseria sin fin, despacio, invisible; el fr�o que se cuela por la ropa, por una peque�a rendija.

Permalink 12:55 p. m.



lunes, marzo 28, 2005
 

La vida que te espera




�ltimamente pienso mucho en mi pap�. Anoche fui a ver La vida que te espera (una de las pel�culas seleccionadas para Eurocine y que va a estar tambi�n en cartelera regular dentro de poco) y a�n no he dejado la sala por completo. Esta pel�cula habla de la vida no tan tranquila de un campesino, sus dos hijas y la lucha por enfrentar de alguna manera el asesinato de un anciano vecino despu�s de una pelea por un jato, pero en otro sentido es una simple historia de amor, o mejor, muchas historias de amor: la de un hombre y una mujer, la de un padre y sus hijas, la de un campesino y sus vacas, su tierra y su vida de campesino... Aunque ya se sabe que es en Cantabria y en Espa�a, no puedo dejar de sentirme en alguna regi�n de Boyac� de pastos muy verdes y monta�as empinadas, con sus carreteras llenas de niebla y barro cuando llueve. La incre�ble belleza y profundidad que se esconde en la simpleza de sus personajes, en lo com�n de un campesino que trabaja el d�a entero y de sus hijas adolescentes, me hace sentirla a�n m�s cercana, casi m�s que por la propia relaci�n de padre e hijo que tan desgarradora se me ha presentado estos d�as. La vida que te espera se presenta aqu� igual de tr�gica que aquella que viven tus padres. De ninguna manera tranquiliza, prefigurada como est� por las mismas vacas y la misma leche, el mismo pasto verde que se pierde hacia abajo, el mismo pueblo peque�o y olvidado. Como en una especie de juicio universal, la herencia que se transmite por generaciones, la culpa, no permite escapar f�cilmente. Se trata de enfrentarse a ello, de afrontar el miedo y la culpa como propios por primera vez en la vida y cruzar solitario el t�nel oscuro que separa, por ejemplo, el hogar del exilio o la c�lida sensaci�n relacionada con el quehacer cotidiano de la b�squeda de una nueva vida una vez la anterior ha dejado de ser posible; es reconocer la lucha como propia y comenzar a ser adulto, una declaraci�n m�s fuerte ante la crueldad del mundo.

Apenas termin�, justo cuando las dos figuras se pierden en la oscuridad del t�nel, sent� unas ganas enormes de abrazar a mi pap�, de pedirle perd�n tambi�n. Evidentemente no lo hice. Llegu� a la casa y me puse a escribir sin siquiera subir, sin muchas ganas. Creo que, incluso si la muerte estuviera de parte de los dos habr�a optado por no decir nada, por fingir que no s� lo que pasa, por callar cuanto pudiera para llegar alg�n d�a a olvidarlo. Muy en el fondo s� que no se va ir.

Me preocupa seguir sintiendo todo esto tan cercano, que ya ni siquiera el acento espa�ol que tanto me hac�a re�r sea capaz de alejarme un poco, de proveer distancia. Distancia que, por lo dem�s, pierdo cada vez m�s, con cada vez que me siento frente a la pantalla de un cine.

Permalink 12:14 p. m.



jueves, marzo 10, 2005
 

Recuerdos


Cuando era ni�o le escrib�a cartas a mi pap� mientras estaba lejos. Ahora pienso que lo hac�a sin ser realmente conciente de lo que significaba, un poco por imitar a mi mam� que se sentaba algunas noches a escribir en la mesa redonda del comedor, bajo la misma l�mpara que cuelga ahora sobre el computador. Nunca estuve seguro de que las recibiera ni las leyera y en realidad creo que nunca pens� en ello. Mi mam� las mandaba a alg�n lugar del mundo del que jam�s hab�a o�do hablar, un lugar distinto cada vez que para m� era siempre el mismo, ninguno. Pasaba mucho tiempo escribiendo y corrigiendo, borrando una y otra vez las pocas palabras que hab�a escrito, comenzando de nuevo. Recuerdo especialmente el d�a que descubr� los acr�sticos haber pasado varias horas tratando de lograr un p�rrafo con sentido que creo poder recitar a�n. Recuerdo haber fracasado, pero s� que esa noche termin� de escribir algo que mi mam� pudo o no haber mandado.

Me pregunto d�nde est�n todas esas cartas. Trato de imaginar el momento en el que la persona del correo las llevara hasta un apartamento peque�o y las dejara debajo de la puerta, trato de ver a mi pap� mientras las lee. Nada de esto ocurri�. Las cartas se perdieron en el camino por errores del correo, fueron abiertas por alg�n militar que en vez de encontrar pruebas incriminatorias le�a tontos ejercicios lingu�sticos (ejercicios en los que, seguramente, ve�a criptogramas que no trataba de descifrar, m�s por incapacidad que por falta de ganas) o simplemente llegaron meses despu�s de que el destinatario hab�a dejado de vivir all�, para siempre.

Nunca fueron devueltas. El papel en el que fueron escritas ha sido reciclado ya varias veces. Mi pap� nunca las conoci� y mi mam� ten�a la delicadeza de no leerlas antes de mandarlas, delicadeza que no deb�a estar exenta de algo de verg�enza por lo poco que ten�a que decir un ni�o como yo o por lo mal que lo dec�a. Los �nicos vestigios que quedan son los pocos recuerdos que me llegan a veces, cuando pienso en Bucaramanga, cuando veo las fotos del caballo de madera que ten�a o cuando pienso en lo que pueda ser la tristeza o la soledad. Esos pocos recuerdos, las im�genes con la luz tenue del comedor o una que otra frase que simulaba impaciencia, se disuelven poco a poco a medida que pasa el tiempo y las cosas del mundo se vuelven m�s vanas. Pronto no quedar� nada de aquellas horas, de aquellas cartas, del cari�o que alguna vez me hizo un ser humano.

Permalink 12:16 p. m.



martes, marzo 01, 2005
 

Las trillizas de Belleville




Sentado sobre la silla de una bicicleta (una Monareta azul oscura que ten�a cuando ni�o) me pregunto qu� podr�a pasar por su mente en esos momentos, pedaleando siempre sin ning�n lugar al cual llegar. Una especie de destino que est� en un movimiento c�clico, eterno, que no es nada m�s all� de s� mismo, que no tiene ning�n significado ulterior; el mismo destino de un ni�o que le da vueltas al peque�o patio de su casa en un triciclo y que no llega a ning�n lugar. A veces me veo a m� mismo como Champion. Mirando siempre siempre hacia el frente, ajeno casi por completo al mundo que se estremece a su lado, con excepci�n del camino que, despacio, se mueve adelante, hacia �l. Siento que no veo la lluvia caer, ni los camiones que pasan a cent�metros, ni la mirada triste de toda la gente que me rodea. Siento que, al igual que �l, casi siempre, sigo sobre la silla casi por inercia, porque es lo �nico que he hecho durante todo mi vida. Mientras ve�a Las trillizas de Belleville no pod�a dejar de pensar en ello con la esperanza de que el ciclista se bajara por fin de su bicicleta e hiciera algo m�s en su vida.

Champion, un muchacho sombr�o, es secuestrado por la mafia durante una etapa del Tour de Francia en la que participa y es llevado a trav�s del mar hasta Belleville, una monstruosa ciudad en donde va a ser usado para un bizarro juego de apuestas. Su abuela, quien le regal� su primer triciclo cuando era ni�o, lo sigue junto a su perro a trav�s del mar para intentar encontrarlo y salvarlo, y en el proceso conoce a las trillizas, un grupo de famosas cantantes de los a�os 30 que a�n se presentan en vivo en Belleville. La historia, que a simple vista parece simple, est� llena de detalles impresionantes que le dan a cada personaje una fuerza incre�ble, escenarios tristes y angustiosos, que sin embargo sumergen al espectador desde el principio en la historia y la vida de aquellos que participan en la historia. Una vida cuya cotidianidad se ve violentamente alterada un d�a cualquiera, un d�a m�s, y que seguramente nunca volver� a ser la misma. Y sin embargo, termin� de verla con la misma sensaci�n con la que comenc�, observando a esa flaca figura pedalear hasta el final, inconsciente del mundo a su alrededor, escapando mediante esta inconsciencia de la tristeza de sus ojos a trav�s del mar, de la celda, de un puente largo, del tren en las pesadillas de su perro, de todo el dinero de aquellos que lo miran correr. La esperanza de encontrar una alternativa a su quehacer se esfum� poco a poco con una especie de sonrisa en mi cara, una sonrisa que poco o nada tiene que ver con la felicidad.

Permalink 3:53 p. m.



 

Closer




Everything is a version of something else


Dejar de escribir. Todo lo que se busca ya est� ah�, afuera, escrito sobre alguna pared, simplemente esperando para ser le�do 4 a�os despu�s. La historia puede remontarse muchos a�os atr�s o simplemente haber sido escrita hace algunos minutos, no importa. Y sin embargo, la historia de cada persona prefiere ser contada desde afuera, reflejada en uno de los cientos de espejos de las escaleras en al entrada, de segunda o tercera mano, el reflejo de un reflejo de un reflejo... Prefiere, siempre, estar escrita por alguien m�s, so�ada, talvez, vigilada por una c�mara oculta en el techo.

Closer es una pel�cula perturbadoramente simple acerca de cuatro extra�os que tratan de conocerse unos a otros sin �xito. Sus tr�gicas relaciones, toda su tristeza, parecen pasar intermitentes frente a una c�mara fotogr�fica, una de esas Pinhole, de tal manera que podemos ver tan s�lo largas exposiciones con mucho tiempo entre una y otra, im�genes deformadas de una verdad que desde el principio dudamos que exista, la vida real de una desnudista, un novelista fracasado, una fot�grafa y un dermat�logo. La versi�n que sus di�logos cuentan, sin embargo, parece extenderse incluso a esos momentos en los que la c�mara est� cerrada y el fot�grafo pone un nuevo rollo, un set de polaroid; de nuevo, no se sabe si quiera si se puede creer en ello. El pelo crece, s�, y cambia de color, los rostros cambian y envejecen, entristecen como si cada vez esperaran menos del papel que les ha tocado representar, de su relaci�n con los dem�s, del reflejo con el que se habla de su vida. A�n as�, no hay nada que nos autorice a creer que sigan existiendo mientras no se exponen sus im�genes ante una pel�cula sensible; entre tanto podr�an devolverse a Nueva York, escribir otro libro o cerrar sus ojos caf�s ante el azul intenso de un acuario. En tanto versiones, existen tan s�lo como acaecimientos de algo m�s en le momento en el que son representados, cuando el espectador (el guardia de seguridad, el empleado del hotel, el asistente a al exposici�n, yo) cierra los ojos podr�an incluso deja de existir, no podr�amos impedirlo.

Yo, por mi parte, no lo har�. Seguir�, fascinado, creyendo en esta versi�n, consider�ndola tan verdadera como cualquier otra, abriendo y cerrando la c�mara justo cuando el director me lo diga, asistiendo a su exposici�n, intermitente. La verdad, que seguramente est� all� afuera, me importa tan poco como el enga�o, tan poco como su verdadero nombre o el color real de su pelo, tan poco como todo lo que ocurri� mientras las enormes puertas de vidrio estuvieron cerradas entre los dos.

Permalink 2:41 p. m.



martes, febrero 22, 2005
 

Tranquilidad


En efecto, no dorm�a. Se acerc� a su compa�ero cuyo t�rax se mov�a como si durmiera, pasuada y profundamente, y, encendiendo el pen�ltimo f�sforo que le quedaba mientras lo acercaba a su rostro, not� que sus ojos estaban abiertos, aunque apenas reaccionaron a la luz intensa que se acercaba. Por m�s que se esforz� no pudo o�r su respiraci�n, tan lenta era. Hubiera jurado que estaba muerto si no fuera por el ritmo constante, hipn�tico, con el que se mov�a su figura, incluso cuando era vista de espaldas y en aquella oscuridad tan profunda.

El f�sforo se consumi� casi por completo y tuvo que tirarlo para no quemarse. Volvi� a su puesto a unos pocos metros de all� y se tumb� pesadamente, cansado. No volvi� a levantarse en toda la noche, ni siquiera volte� a mirar el cuerpo que yac�a a su lado: hubiera podido dejar de moverse y no lo habr�a notado. La noche le pareci� extremadamente larga.

Permalink 9:13 a. m.



sábado, febrero 12, 2005
 

El silencio es un poquito m�s dif�cil. No s�lo darle la vuelta a la ruedita de los parlantes y esperar que no se devuelva. Es la noche de un d�a muy lluvioso en la que, por arte de magia, escampa un rato y ya no se oyen m�s las gotas contra el agua que ya ha ca�do. Es ah�, aqu�, cuando m�s se escucha el correr de la sangre por las venas, el est�mago trabajar, las coyunturas del cuerpo rechinar o tronar. Es as�, en este siencio abrumador que me invade, cuando realmente llego a escuchar, cuando mis pensamientos dejan de gritar y s�lo hablan para ser escuchados, algo bastante m�s dif�cil.
Creo que no quiero que llueva m�s hoy.

Permalink 10:18 p. m.



martes, febrero 08, 2005
 

Viejo, yo veo qu� pocas de mis esperanzas se han cumplido, qu� lejos est� el mundo de lo que dese�, imagin�, y por el que luch�.
Y sin embargo, no reniego de haber esperado, de seguir esperando.

Ernesto Sabato, Espa�a en los diarios de mi vejez


Permalink 12:21 a. m.



lunes, febrero 07, 2005
 
Despacio, cerrando los ojos, tratando de imaginar que estas aqu� junto a m�... De otra forma no sabr�a como cerrar los ojos tranquilamente, entreg�ndome indefenso a los ataques terribles de las peque�as tristezas que se me meten en la cabeza y que a veces no me dejan dormir.

Permalink 3:14 a. m.



viernes, enero 14, 2005
 

Sin abandono

�y cu�ntas lluvias m�s habr� hasta el descanso?
Luis Alberto Spinetta, Sin abandono



En una calle en bajada por la que pudiera correr, tropezar y caer sin ningún sentido hasta el final, me perdería tanto como si caminara despacio, tratando de captar y retener cada mínimo detalle. No recordaría, por ejemplo, esa muchacha andrógina en la fila del banco, el número que se borró poco a poco de la casa por la que caminé durante años y años o el color de los ojos de la señora que vivía al otro lado del corredor, no porque los haya olvidado, sino simplemente porque nunca los noté. Lo mismo sucedería si en vez de haber ido despacio hubiera cerrado los ojos y corrido, si en vez de haberme esforzado por captar cada detalle con una dedicación más allá de mi mísmo hubiera continuado mirando al suelo mientras caminaba, cuidándome de no pisar nada extraño hasta el final, hasta que ya no se pueda caminar más.

¿Cúantas lluvias más? Un mito resulta todo esto, una historia con moraleja que, sin embargo, nadie jamás entenderá, ni siquiera un arqueológo que la descubra y desentierre poco a poco en un contexto totalmente distinto, páginas y páginas de un enigma que, a pesar de poder ponerse en palabras, de seguir una historia clara, jamás a a llevra a ningún lado, jamás va a yudar a nadie a superar un poquito del dolor, al menos hasta el descanso.

Permalink 4:16 p. m.



martes, enero 11, 2005
 

Escuchar

Escuchar. Dejar que las palabras se abran paso por la niebla hasta mi o�dos y descifrarlas y comprenderlas. Dejar que suenen como dejo siempre sonar a todo lo dem�s, sin necesitar responder a ellas, sin dejar que cada pedacito de lo que constituyen cree nuevas frases a�n no dichas dentro de m�, luchando por salir desesperadas. Escuchar sin decir nada, contemplar como se deber�a mirar una pintura, como leo �ltimamente...

Permalink 10:20 a. m.



 
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